
INMACULADA CONCEPCIÓN - 1628/9
Peter Paul Rubens
Museo del Prado - MADRID
La Inmaculada Concepción de Rubens, conservada en el Museo del Prado, se distingue por la monumentalidad y la fuerza típicas del Barroco flamenco. La Virgen María es presentada como una figura sólida y vigorosa, envuelta en un torbellino de nubes y luz dorada. Rubens emplea el color de manera audaz: la Virgen viste una túnica roja en lugar del tradicional blanco. Este color no solo aporta un dramatismo visual intenso, sino que simboliza la Pasión y el martirio que María ha de padecer por su hijo, equilibrado por el manto azul que representa la eternidad y su pureza celestial.
La obra es una poderosa declaración teológica del dogma, plasmando a María como la "Mujer del Apocalipsis" pisando al mal. A los pies de la Virgen se retuerce la serpiente infernal o dragón, un símbolo del Pecado Original y de la herejía vencidos. Este ser sostiene una manzana en la boca, aludiendo directamente al fruto prohibido, lo que consagra a María como la Nueva Eva, libre de toda mancha de pecado desde el primer instante de su concepción. Ella se eleva sobre la luna y está coronada por una aureola estelar, atributos que reafirman su destino divino y su triunfo.
La composición irradia un dinamismo inconfundible, característico del maestro flamenco. Las nubes se arremolinan, los paños están agitados por un viento celestial, y la escena entera se organiza en una potente diagonal ascendente que dirige la mirada del espectador hacia el infinito. Dos ángeles empujan las nubes y sostienen los símbolos de la victoria mariana, como la palma del martirio y la corona de laurel. Este movimiento constante y la intensa iluminación dorada buscan inspirar asombro y devoción en el observador.
Peter Paul Rubens (Siegen, Westfalia, 1577 - Amberes, 1640) fue el pintor más influyente del Barroco del norte de Europa, un maestro de la vitalidad y el color, reconocido tanto por su arte como por su carrera diplomática. Esta obra en particular fue realizada durante su segunda estancia en Madrid entre 1628 y 1629, cuando aprovechó para estudiar las colecciones de la Casa Real. El cuadro refleja la maestría técnica del pintor y su capacidad para fusionar la tradición flamenca con la exuberancia cromática que aprendió de los grandes maestros venecianos como Tiziano.
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