lunes, 22 de diciembre de 2025

Mojácar, morisca y altiva

     Mojácar se alza sobre su cerro como un mirador blanco hacia el Mediterráneo. Su luz, clara, casi plateada, recorre las fachadas encaladas y se adentra en un entramado de calles que conservan el eco de su pasado andalusí. Un lugar donde la altura, la memoria morisca y una atmósfera creativa se entrelazan para ofrecer una belleza distinta, serena y luminosa. Un lugar donde la luz y el color invitan a caminar sin rumbo y disfrutar cada rincón. 

Mojácar - Vista general
     
    En Mojácar, las casas que parecen nacer de la propia montaña. Las viviendas, encaladas y compactas, se superponen en distintos niveles, creando un paisaje urbano casi escultórico, donde terrazas, balcones y pequeñas aberturas dialogan con la luz clara del Mediterráneo. Entre el blanco dominante asoman pinceladas de verde que suavizan el conjunto, mientras el cielo limpio enmarca la silueta del pueblo.

Mojácar - Puerta de la ciudad

    La Puerta de la Ciudad es el antiguo acceso principal a Mojácar y formaba parte de la muralla que protegía la villa tras la Reconquista. Su estructura actual, de arco de medio punto encalado, se levantó en el siglo XVI sobre la antigua puerta andalusí. En su parte superior luce el escudo histórico de Mojácar, donde aparecen la torre defensiva, la llave, símbolo de custodia del territorio, y la cimitarra, recuerdo de su pasado fronterizo. Este conjunto heráldico, coronado por el águila bicéfala de los Austria, resume la identidad histórica del pueblo y marca la entrada a su casco antiguo. 

Mojácar -  Iglesia de Santa María    

    La Iglesia de Santa María, situada en el corazón del casco antiguo de Mojácar, fue construida en 1560 sobre los restos de una antigua mezquita. En su interior destaca una pintura contemporánea en el altar, obra del artista alemán Michael Suckers. La iglesia acoge las imágenes de la Virgen del Rosario y San Agustín, patronos de Mojácar, y se abre a la Plaza del Parterre, antiguo cementerio musulmán.

Mojácar - Mojaquera

    La estatua de la Mojaquera representa a la mujer del pueblo en su atuendo tradicional: vestido largo, pañuelo cubriendo la cabeza y un cántaro sobre ella, símbolo de las tareas cotidianas y del vínculo con el agua, elemento esencial en la vida de la villa. Esta figura estilizada, encarna la dignidad, el esfuerzo y la elegancia de las mujeres mojaqueras. La escultura fue realizada por la artista Mariángeles Guil e inaugurada en 1989.

Mojácar -  Plaza del Parterre

    La Plaza del Parterre se cree que fue una antigua necrópolis árabe, como indican los restos hallados orientados hacia La Meca. Hoy está porticada, con arcos de ladrillo y columnas que enmarcan el lugar con sobriedad. En uno de sus rincones se encuentra una reproducción artesanal de una escena de la Reconquista, inspirada en la sillería del coro de la catedral de Toledo, obra de la artista Itziar Ortuzar.

Mojácar -  Fuente de la Mora

    La Fuente de la Mora, también conocida como Fuente de los Trece Caños, es uno de los lugares más simbólicos de Mojácar. Su existencia está documentada en textos árabes. En este espacio se celebró en 1488 la rendición pacífica de Mojácar ante los Reyes Católicos. La fuente cuenta con doce caños frontales y uno lateral, vertiendo agua en tres pilares. Fue centro de la vida social y económica, albergando en su entorno molinos y mercados. 

Mojácar -  Mojaquera del Campo

    La Mojaquera del Campo, obra del escultor Alberto Manzano, fue instalada en 2006 en la plaza Rey Alabez como homenaje a las mujeres rurales de Mojácar. La figura, fundida en bronce, representa a una campesina en el gesto de cambiarse el calzado al llegar al pueblo, una costumbre que reflejaba respeto por el entorno urbano y cuidado personal. Con una cesta en la mano y el rostro cubierto por un velo, la escultura transmite movimiento, dignidad y memoria. Es un tributo a la vida cotidiana, al esfuerzo silencioso y a la elegancia que perdura en las tradiciones locales.

Mojácar -  Arrabal

    El barrio del Arrabal despliega una alegría serena entre calles estrechas, fachadas encaladas y macetas azules que trepan por los muros como notas de color. La blancura de las casas refleja una luz limpia y envolvente, que transforma cada rincón en un juego de sombras suaves y resplandores vivos. Las buganvillas, los balcones de hierro forjado y los detalles artesanales dan al barrio un aire festivo y acogedor, donde la tradición se mezcla con la belleza cotidiana. 

Mojácar -  Calle típica

    Estrecha y luminosa, esta calle encarna el tipismo andaluz en su forma más viva: muros encalados que reflejan la luz con intensidad, balcones, y una profusión de buganvillas y macetas que estallan en color. El trazado irregular, adaptado al terreno, y la arquitectura doméstica de volúmenes sencillos, remiten a la herencia morisca y al sentido práctico de los pueblos blancos del sur. Aquí, como en Vejer, Frigiliana o Casares, la belleza no se impone: emerge de la convivencia entre luz, sombra, piedra y vegetación. Es una estética cotidiana, tejida con memoria y armonía.

Mojácar - Costa de Mojácar    

    La Torre del Pirulico, también conocida como Atalaya del Peñón o Torre de los Diablos. Construida por los nazaríes entre los siglos XII y XIV, vigilaba la costa de Mojácar desde un acantilado estratégico. Restaurada en 2009, se alza junto a un espectacular arco natural sobre el mar, donde la piedra y el azul profundo del Mediterráneo crean una escena de gran belleza y fuerza histórica.

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