
75 ANIVERSARIO DEL DOGMA DE LA ASUNCIÓN
Esperanza de Triana
José Cabrera Lasso de la Vega
El dogma de la Asunción proclama que la Virgen María fue llevada al cielo en cuerpo y alma al final de su vida terrena, como signo de su pureza y participación plena en la gloria de su Hijo.
Definido solemnemente por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus, este dogma afirma que María, libre de pecado y madre del Verbo encarnado, no experimentó la corrupción del sepulcro, sino que fue glorificada en cuerpo y alma en el cielo.
Por el 75 aniversario de la proclamación del dogma de la Asunción, la Hermandad de la Esperanza de Triana ha iniciado una conmemoración que enlaza fe, memoria y arte. El cartel anunciador, presentado en la Capilla de los Marineros tras la Misión al Polígono Sur, es obra de José Cabrera Lasso de la Vega, y marca el comienzo de una serie de actos que se inauguran con el traslado de la Virgen a San Jacinto. La imagen de Nuestra Señora de la Esperanza de Triana se convierte aquí en emblema de la elevación mariana, en una composición que interpreta el misterio de la Asunción desde la mirada trianera.
La obra se articula en torno al perfil de la Virgen, recogido y solemne, sobre un fondo claro que sugiere la luz de lo eterno. En torno a ella, el artista ha tejido un entramado de símbolos que hablan de la historia devocional del barrio: el tímpano de la puerta de la Asunción en la Catedral, el salvavidas con la rosa de los vientos, el corazón coronado que asciende sostenido por el ancla. Todo ello se dispone con una sensibilidad que rehúye el exceso y busca la elocuencia del detalle. El verde agua evoca el cauce del Guadalquivir, mientras la buganvilla del manto imaginario remite a la pasión contenida de la Madrugada. No faltan guiños entrañables: la capilla del Carmen, el Altozano, la silueta de Belmonte, trazos que dibujan un mapa emocional de Triana.
José Cabrera Lasso de la Vega, autor del cartel, es conocido por su capacidad para condensar en una imagen el pulso espiritual de Sevilla. Su estilo, de raíz simbólica y ejecución precisa, combina técnicas contemporáneas con una lectura profunda del patrimonio cofrade. En esta obra, Cabrera no solo retrata a la Virgen, sino que la sitúa en el centro de una geografía devocional que une cielo y tierra, historia y presente, misión y esperanza.
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