
FIESTAS DE SAN AGUSTÍN 2025 - MOJÁCAR
María Señas Alonso
Del 27 al 31 de agosto, Mojácar se llena de vida para celebrar las Fiestas de San Agustín. Son días de reencuentro, de música, de tradición y de emoción compartida. Este año, el cartel que anuncia las fiestas tiene un alma especial: ha sido creado por María Señas Alonso, una niña de ocho años que ha dado forma, con su mirada limpia y sincera, a una mojaquera que recorre una calle del pueblo con su cántaro sobre la cabeza.
La figura aparece de espaldas, como si regresara de la fuente, envuelta en la calma de una escena cotidiana que tantas veces se ha repetido en Mojácar. Es símbolo de todas las mujeres que han caminado esas mismas piedras, de todas las generaciones que han hecho de Mojácar un lugar lleno de memoria y de futuro. Este cartel no busca la perfección técnica, sino la verdad emocional. Y en ese gesto sencillo, el pueblo ha encontrado su reflejo.
La escena nos muestra una calle estrecha y empedrada de Mojácar, en blanco y negro, como si fuera una fotografía antigua que guarda el eco de generaciones pasadas. Sobre esa calle, se alzan farolillos de colores, rojo, amarillo y verde, que anuncian la fiesta.
Pero lo que realmente llama la atención es la figura central: una mojaquera con su vestimenta tradicional, llevando un cántaro sobre la cabeza. Es un dibujo infantil, lleno de color, con trazos vivos e intensos que contrastan con la sobriedad de la calle. Ella no está sola: está acompañada por la mirada de quien la dibujó, por la ternura de una niña que ha sabido captar la esencia de su tierra.
Este contraste entre lo real y lo imaginado, entre lo monocromo y lo cálido, nos recuerda que la tradición vive gracias a quienes la reinventan con cariño.
El Ayuntamiento de Mojácar propuso tres carteles para representar las fiestas. Dos de ellos eran imágenes perfectas, tal como la IA suele producir: bellas, sí, pero sin alma. El tercero era una composición con un dibujo infantil que no pretendía ser perfecto, sino verdadero.
La votación fue popular. Y el pueblo eligió. Eligió lo humano, lo imperfecto, lo genuino. Eligió el trazo de una niña, porque en su imperfección palpitaba la vida. Y en esa elección hay una dignidad cultural que emociona.
No se trata de rechazar la tecnología, sino de saber cuándo lo humano tiene que hablar más alto. Mojácar lo ha hecho. Y con ello, ha dado una lección de sensibilidad, de identidad y de amor por lo suyo.
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