domingo, 24 de abril de 2011

Leyendas de Sevilla - 9 El nazarenito de Santa Isabel



Sevilla - Señor de la SaludConvento de Santa Isabel - Sevilla
Nuestro Padre Jesús de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos en Sevilla.Convento de Santa Isabel de Sevilla - Recreación de la leyenda.

      Cuenta la leyenda que en el barrio de San Marcos vivió un niño llamado Tomás que, en su más tierna infancia, quedó huérfano de madre; su padre, obrero en las naves de ferrocarriles de San Jerónimo, pasaba casi todo el día en el trabajo por lo que le era muy difícil atender al pequeño y, con el deseo de que Tomás estuviese cuidado, lo entregó a las monjas del convento de Santa Isabel para que quedara a su cargo durante el día.
      Allí, Tomás, conoció la vida de Jesús de labios de las monjas y de los cuadros e imágenes que veía en el convento y en la cercana iglesia de San Marcos donde se encontraba en aquel entonces la Hermandad de los Gitanos. Le hacía tanta ilusión acompañar a Jesús como nazareno en la cofradía de los Gitanos, que las monjas, enternecidas por sus reiteradas peticiones, le confeccionaron la túnica de hermano para que, en la mañana del Viernes Santo su padre lo introdujese en el cortejo del Señor de la Salud. El chiquillo esperaba impaciente la llegada de ese día pero la mala fortuna hizo que cayese enfermo y, a pesar de los cuidados recibidos, falleciese sin haber podido cumplir su deseo.
      La noticia pronto llegó a los vecinos del barrio de San Marcos y todos quisieron acompañar a Tomás, amortajado con su túnica de nazareno, en el velatorio y entierro.
      Aquel año, la Madrugá se inició de forma diferente; junto a su casa, en la calle Vergara, no había el revuelo de nazarenos de Montesión, Macarena, los Gitanos… que años atrás podía percibirse. Parece que todos procuraban dar un rodeo para evitar el triste recuerdo que aquella casa les traía.
      Y ocurrió que... a las dos de la madrugada, varios hermanos de la Hermandad de los Gitanos atravesaban la Plaza de Santa Isabel cuando vieron cómo se abría la puerta del Convento y salía de allí una figura pequeña, con su túnica de los Gitanos y antifaz puesto, para dirigirse a Enladrillada. Aquella persona pareció desvanecerse en el camino y cuando los hermanos llegaron a ese lugar sólo encontraron una varita pequeña que recogieron, creyendo la había perdido, y entregaron al día siguiente a las monjas. La Hermana Superiora quedó asombrada al reconocer la varita y no podía entender qué había sucedido para que aquello que guardaban como un recuerdo del pequeño que habían cuidado con tanto mimo hubiese aparecido en plena calle y en la noche que Tomás debía haber salido con su Jesús de la Salud.
      Aunque ya han pasado muchos años de esta triste historia, en la madrugada del Viernes Santo algunas personas dicen haber visto salir del Convento de Santa Isabel un nazarenito que camina hacia los Gitanos.

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