miércoles, 19 de diciembre de 2007
Conejos en guerra
Por si había pocos problemas en la "Tierra de conejos" no se le ocurre otra cosa al gobierno del pueblo invasor que ordenar a sus súbditos que ingieran a los naturales del país. Vacas flacas puede que las haya, y que corderos y besugos estén por las cimas pirenaicas unos y en las profundidades atlánticas otros, pero ningún gobernante de la Hispania osó jamás dar caza pública y generalizada a la población indígena. En los campos de lo que algún día fue la pradera conejil más bella del viejo continente se oyen vientos de guerra y la consigna pasa de oreja a oreja, sean liebres o conejos, silvestres o urbanos, blancos o grises, reales o virtuales,... la orden está dada y el conejito blanco, que me acompaña en las frías noches invernales, me la susurró al oído esta mañana: "Se acabaron las zanahorias, esta Navidad todos los conejos comeremos, por decreto, capullos rojos"
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