Finalizaba la década de los 80 cuando, por motivos de trabajo, vine a vivir a San Juan. Buscaba piso o casa para comprar y había pocos carteles de "SE VENDE" por aquel entonces.
En una de las calles del Barrio Alto vi una pequeña casita con su cartelito en la ventana y me decidí a entrar para preguntar su precio y poder verla si el susodicho entraba dentro de mis posibilidades. Me recibió, muy amablemente, una vecina con su bata de guata y sus rulos (lógico, estaba en su casa) a la que le mostré mi interés por la casita en cuestión; la señora, después de preguntarme por mi familia, mi origen, mi trabajo, mis amigos y no sé qué miles de cosas más, y de contarme las bondades del pueblo, de su calle, de sus vecinos y de su casita (todo esto sin pasar de la puerta) me espetó: "Mire usted, señor, yo la vendía por cinco millones pero con la EXPO me van a dar muchos más así que no la voy a vender ahora".
Me quedé atónito y recordé lo que me habían dicho en una agencia de Tomares cuando le dije que venía a vivir a San Juan: "¿Sabe usted que a ese pueblo le llaman San Juan de los Apaches?".
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