Ruido insoportable, no hay descanso diurno ni nocturno en este pueblo. Sólo cuando la canícula aprieta, la canalla vociferante se guarece en sus madrigueras. A la caída de la tarde se desperezan las alimañas afilando sus agudas gargantas para el aquelarre nocturno. No hay madrugada, no hay descanso para el que trabaja honradamente, la noche es de las fieras que campan por la ciudad con total impunidad. Durante el día, las alimañas duermen plácidamente mientras sus víctimas vuelven al trabajo para que la fiera tenga su comida asegurada.
miércoles, 27 de junio de 2007
San Juan de Aznalfarache
Ruido insoportable, no hay descanso diurno ni nocturno en este pueblo. Sólo cuando la canícula aprieta, la canalla vociferante se guarece en sus madrigueras. A la caída de la tarde se desperezan las alimañas afilando sus agudas gargantas para el aquelarre nocturno. No hay madrugada, no hay descanso para el que trabaja honradamente, la noche es de las fieras que campan por la ciudad con total impunidad. Durante el día, las alimañas duermen plácidamente mientras sus víctimas vuelven al trabajo para que la fiera tenga su comida asegurada.
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