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Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla |
Sevilla siempre puede sorprendernos y es que si nos encaminamos hacia la Catedral desde la Plaza de San Francisco, entrando por Hernando Colón, encontramos una puerta almohade que da paso a un patio cuajado de naranjos. Es la Puerta principal de la Mezquita Mayor de Isbiliya. Como todo edificio sevillano que se precie tuvo que soportar el aditamento de yeserías, relieves, santos y campanario por parte de los conquistadores cristianos, algo que la priva de su esbelta forma original aunque la convierte en un libro de historia cuajado de "ilustraciones".
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Puerta del Perdón |
La Puerta del Perdón es el acceso al Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla y uno de los escasos restos almohades que perduran de la que fue Mezquita Mayor, construida en 1172 por el arquitecto Ahmad ben Basoel por orden del califa almohade Abu Yacub Jusuf.
La Puerta presenta en su cara exterior una decoración de yeserías renacentistas realizadas por Bartolomé López en 1522 y un relieve de la Expulsión de los mercaderes del Templo, un grupo de la Anunciación y esculturas de San Pedro y San Pablo obra todos ellos de Miguel Florentín y realizadas entre 1519 y 1520.
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Puerta del Perdón - Detalles
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La Puerta se sitúa en el lado Norte del edificio y nos deja un nostágico recuerdo de aquello que alguna vez maravilló a los sevillanos de la época al contemplar la obra maestra de los alarifes de Al Andalus. Perdimos una Mezquita y ganamos una Catedral tan imponente que tuvieron que ser unos "locos" aquellos que la proyectaron y construyeron.
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Leyendas coránicas en las puertas de bronce
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Las hojas de la puerta, obra almohade del siglo XII, están construidas en madera revestida de chapa de bronce y van decoradas con lacerías, atauriques e inscripciones cúficas con las leyendas "El poder pertenece a Alá" y "La eternidad es de Alá". Sobresalen los dos aldabones de bronce fundido y cincelados cuyos originales se conservan el el Museo de la Catedral.
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Aldabón
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En la historia, un imperio se construye sobre la ruinas de otro y algunos desaparecen para siempre. Los sevillanos perdimos la Mezquita Mayor pero aún podemos contemplar su Puerta de acceso y la Torre desde la que el muecín llamaba a la oración, la Giralda. Sobre este imperio destruido se levantó nuestra grandiosa y bellísima Catedral.
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