domingo, 16 de enero de 2011
Leyendas de Sevilla - 7 Carmen "la Cigarrera"
Sevilla - La Fábrica de Tabacos (1728-1771) - Arquitecto: Sebastián Van der Bocht
Las cigarreras - Gonzalo de Bilbao (1915) - Museo de Bellas Artes de Sevilla
Carteles de la ópera Carmen de Bizet
Según cuenta la leyenda, Carmen era una atractiva morena, gitanilla y trianera, que allá por los inicios del siglo XIX ganaba su vida, como muchas otras sevillanas, trabajando como cigarrera en la Real Fábrica de Tabacos. Debía ser especialmente bella y coqueta, despertando la admiración de los hombres a su paso camino del trabajo o de vuelta a Triana.
Un sargento del regimiento que vigilaba la Real Fábrica, José Lizarrabengoa, se enamora de la joven y evita que sea detenida durante una reyerta. Aquel hecho hace que ambos jóvenes se enamoren y vivan libremente, sin ataduras, un amor pasional. Sin embargo, Carmen, con un espíritu liberal y reivindicativo, abandera cuantas propuestas de libertad y reclamación de derechos salen de su entorno laboral poniendo en aprieto a su amante que debe reprimir, por órdenes superiores, estas manifestaciones. A esto hay que unir el rechazo de la sociedad sevillana a estos amores, no bendecidos por la Iglesia, entre una gitana y un militar.
El hecho de vivir este amor pasional con José no quita que Carmen siga exponiéndose de forma atractiva, y muy atrevida para su época, ante los demás lo que provoca continuamente los celos de su amante. Una mañana, un oficial del regimiento, al ver entrar a Carmen con sus andares garbosos y su cara iluminada por la juventud y felicidad, la piropea ante la presencia del sargento que, presa de celos, lo hiere con su espada provocándole graves heridas. Este hecho determina que sea condenado a prisión.
Dice la leyenda que Carmen le visitó mientras estuvo encerrado y, a la salida del presidio, reanudaron su relación; pero ella ya había puesto sus ojos en otra persona, un torero algecireño llamado Escamillo del que se enamora perdidamente, llegando a los oídos del celoso José esta relación.
Una tarde, en que Escamillo torea en la Maestranza, Carmen, acompañada de unas amigas asiste al festejo. Detrás de ella, pasando desapercibido, se ha sentado José que observa los galanteos entre el torero y la muchacha. En un instante, su machete se hunde en la espalda de la bella joven que se desangra y muere mientras el público, puesto en pie, aplaude al torero que acaba de rematar con éxito su faena.
Prosper Mérimée, escritor francés, escribió la novela Carmen en 1845 y ésta fue llevada a la ópera por Georges Bizet en 1875. Aunque la figura de Carmen fuese escandalosa para su época representó la imagen de una mujer libre de ataduras y reinvindicadora de sus derechos laborales y políticos. Sevilla le ha erigido una estatua situada en el Paseo de Colón, frente a la Real Maestranza.
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