Estas obras, concebidas inicialmente como anuncios de la romería, trascienden en muchos casos su función informativa para erigirse en verdaderas piezas de arte. Ya sean fruto del trabajo de pintores consagrados o del amor a la Blanca Paloma de artistas noveles, estos carteles capturan la esencia de la romería. En entradas sucesivas, presentaremos algunos ejemplos que nos han llamado la atención por su calidad artística o emocional.
Iniciamos la serie con uno que reúne ambas cualidades, el de la Hermandad de Emigrantes de Huelva.
Hermandad de Emigrantes (Huelva)
Nuria Barrera
Un joven tamborilero que representa "no solo la juventud que late con fuerza en el seno de la hermandad, sino también el alma viva de una tradición que se transmite de generación en generación", así nos presenta la pintora sevillana Nuria Barrera su visión sobre la romería del Rocío.
Y prosigue "Su gesto de inocencia serena y reverente recoge el sentimiento de todos los peregrinos que, año tras año, se entregan con fervor a esta travesía de fe y esperanza. Tras el camino, nos presentamos ante la Blanca Paloma con esa mirada limpia despojándonos de ruegos y oraciones en ese saludo. Es un instante detenido en el tiempo, una imagen que encierra uno de tantos momentos de nuestro Rocío".
Su obra es "un homenaje a los más jóvenes que se suman con ilusión al camino, a los que nos precedieron y nos enseñaron a amar el Rocío, y a todos aquellos que, aunque lejos, viven esta devoción como un vínculo eterno".
El joven tamborilero, que asegura el futuro de la devoción rociera, luce sobre su pecho la medalla de la Hermandad y la cinta con los colores rojo y gualda en el sombrero. Al fondo, la carreta que porta el Simpecado discurre por la calle Ermita camino de su encuentro con la Santísima Virgen.
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