En el período que media entre la II Guerra Carlista (1846-49) y la III (1872-76), no existe paz en España sino que hay un clima belicoso y eran habituales los enfrentamientos entre los bandos carlista e isabelino.
La siguiente historia transcurre el año 1857 durante el reinado de Isabel II y bajo la presidencia del General Narváez.
Sevilla - Calle Alfonso XII - Lugar donde se encuentra la Piedra Llorosa
La noche del 29 de junio, un grupo compuesto de un centenar de jóvenes sevillanos capitaneados por el coronel retirado don Joaquín Serra, don Cayetano Morales y don Manuel Caro, se levantaron en armas con la idea de cambiar el país y salen de Sevilla camino de Ronda.
En su marcha por los pueblos no concitan mucho fervor popular revolucionario e incluso cometen algunas tropelías como el incendio del archivo municipal de El Arahal así como de varias escribanías de Notarios y Registradores de la Propiedad, aunque no hay falta quien piense que fueron otras personas con intereses ocultos quienes cometieron estos atropellos.
El gobierno de Narváez, necesitado de una demostración de fuerza y autoridad, envió en su busca varios destacamentos militares: una compañía del Regimiento Albuera, dos secciones de caballería de Alcántara y una columna de artillería.
A la altura de Benaojan tuvo lugar el encuentro entre el grupo sevillano, mandado entonces por el joven Manuel Caro ya que los otros dos jefes se habían cansado y regresado a Sevilla, y los militares enviados por Narváez. Los sevillanos no hicieron una sola víctima entre los militares mientras ellos sufrieron veinticinco muertos, Manuel Caro y otros veintitrés fueron hechos prisioneros y el resto huyó escondiéndose en la Serranía rondeña aunque fueron perseguidos y capturados en los días siguientes.
De regreso a Sevilla fueron encarcelados en el cuartel de San Laureano a la espera de juicio. El que muchos de aquellos jóvenes fuesen de ilustres y respetadas familias sevillanas les iba a servir de poco ya que un decreto de Madrid había destituido al Gobernador don Joaquín Auñón y al Capitán General don Atanasio Aleson y enviado para ejercer la autoridad de ambos cargos a don Manuel Lassala y Solera, un comisionado especial del Gobierno con fama de hombre duro y de la total confianza de Narváez.
En la mañana del 11 de julio la noticia corrió por toda la ciudad, los veinticuatro presos, más otros que habían sido capturados después, iban a ser fusilados.
No sirvió de nada que el alcalde Juan José García de Vinuesa pidiese clemencia argumentando la corta edad de aquellos jóvenes que, salvo Manuel Caro, no llegaban a los veinte años y que muchos de ellos habían sido engañados y manipulados para alistarse. Sólo uno de los presos del grupo de condenados volvió al cuartel de San Laureano al observar el oficial al mando del pelotón que no llegaba a los trece años y por tanto no tenía la edad mínima penal para ser fusilado.
La Piedra Llorosa, un recuerdo trágico que ha sido respetado por las sucesivas Corporaciones.
García de Vinuesa, afectado intensamente por el suceso e impotente ante la crueldad que se avecinaba, se sentó sobre una piedra que se encontraba en una esquina cercana a la Puerta Real y allí lloró muchas horas y amargamente por aquellos jóvenes mientras repetía constantemente: ¡Pobre ciudad, pobre ciudad!
Los condenados fueron trasladados al Campo de Marte (actual Plaza de Armas y cerca de la calle Julio César) y, una vez allí, colocados en fila y ajusticiados. Para más desgracia, algunas balas que había rebotado mataron a dos chicos que se había subido a un árbol para ver la ejecución y dejaron malherido a un tercero.
Esa piedra, mudo testigo de aquellos luctuosos hechos, aún se conserva al final de la calle Alfonso XII, junto a Torneo, con una lápida conmemorativa en la que se puede leer:
Lápida conmemorativa colocada junto a la Piedra Llorosa al cumplirse el 150 aniversario del fusilamiento
“Según la tradición popular, sobre este sillar, llamado desde entonces La Piedra Llorosa, se sentó a llorar amargamente el 11 de Julio de 1857, el entonces alcalde de la ciudad al contemplar, tras tratar de impedirlo sin éxito, el fusilamiento de 82 jóvenes de Sevilla en la vecina Plaza de Armas de El Campo de Marte.
El Ayuntamiento de Sevilla dedica este recuerdo en memoria de la cívica actitud ejemplar de aquel alcalde y como recordación futura contra la pena de muerte.
Sevilla, 1857 – 2008.”
General Ramón María Narváez
Vicente López
Museo de Bellas Artes de Valencia
El día 26 de agosto de 1857, por orden del comisionado don Manuel Lassala y Solera, fueron también fusilados el coronel don Joaquín Serra y don Cayetano Morales, los dos personajes que junto a Manuel Caro estuvieron al mando de este desgraciado grupo.
miércoles, 28 de octubre de 2015
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