lunes, 26 de noviembre de 2007
Pasea-perros de la Villa
Uno de los males que padecemos en la Villa es la falta de civismo que muestran muchos dueños de perros. En mis paseos, diurnos o nocturnos, por las calles sanjuaneras veo bastantes posee-perros que sacan a pasear sus mascotas y, de paso, a que éstas hagan sus necesidades fisiológicas. Cuando los pobres animales sienten el deseo de expulsar sus desechos intestinales, los incívicos pasea-perros no sólo no los apartan a un lugar adecuado o a un rincón sino que los dejan defecar en el centro de la acera, en el lugar más propicio para que los ciudadanos puedan pisarla o resbalar. En sólo dos casos, de los centenares de veces que he contemplado estas escenas, los dueños llevaban bolsas y recogieron los excrementos. Los pasea-perros incívicos se te quedan mirando, además, de forma descarada, mientras el animal se desahoga, por si se te ocurre llamarles la atención sobre su proceder; la mirada que te echan es tan fría y asesina que uno baja sus ojos y sigue como si allí no ocurriese nada. Y me voy pensando que el verdadero animal es el que, a dos patas, anda tras su perro.
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