Alonso Cano (1601–1667) fue un destacado escultor, pintor y arquitecto español, nacido en Granada. Formado en Sevilla, fue discípulo de Francisco Pacheco, maestro también de Velázquez, con quien adquirió un profundo conocimiento del arte y la teoría pictórica del Siglo de Oro. Su carrera transcurrió entre Sevilla, Madrid y Granada, donde desempeñó importantes cargos artísticos, como el de pintor del rey Felipe IV y, más tarde, el de canónigo de la Catedral de Granada. Cano destacó por su estilo elegante y equilibrado, que fusionaba la sobriedad clásica con la espiritualidad barroca. Su personalidad, compleja y temperamental, le valió tanto admiración como controversias, llegando incluso a ser acusado de asesinato, aunque fue absuelto.
La devoción a la Inmaculada Concepción tuvo una presencia central en la obra de Alonso Cano, especialmente en su última etapa granadina. Sus representaciones de la Virgen Inmaculada se convirtieron en modelos de pureza y delicadeza espiritual, influyendo profundamente en la iconografía posterior. Cano consolidó una imagen de la Inmaculada caracterizada por la serenidad, la dulzura del rostro y una composición armoniosa, alejada de excesos decorativos. En sus esculturas y pinturas, la Virgen aparece joven, de rostro ovalado, mirada baja y gesto recogido, vestida con túnica blanca y manto azul, símbolos de pureza y cielo. Con ello, Alonso Cano contribuyó a fijar la iconografía que se convertiría en el arquetipo de la Inmaculada en el arte español barroco.
Presentamos en orden cronológico sus obras pictóricas más interesantes sobre esta temática:





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