
En la confluencia de las calles Aguilas y San Esteban, en el Barrio de San Bartolomé, se encuentra la Plaza de Pilatos. Es un lugar perdido entre el complejo laberinto heredado de la ciudad medieval. En ella se encuentra la Casa de Pilatos, un palacio del siglo XV perteneciente a la Casa Ducal de Medinaceli. No hay que dejarse engañar por su aspecto exterior de cierta humildad y sencillez, aquí la riqueza está dentro, en sus patios, salas, mosaicos, pinturas, esculturas... todo un derroche de arte e historia. Y, como no podía ser de otra forma en la Sevilla que se preciaba de católica, allí, desde 1520, tuvo lugar un solemne Vía Crucis que se celebraba dentro de Palacio y que el fervor y número de asistentes hizo que en 1529 se convirtiese en procesión iniciada en Palacio (Primera Estación: Jesús sentenciado a muerte, de ahí el nombre de Casa de Pilatos) hasta llegar al templete de la Cruz del Campo (Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado).