La Plaza de América sirve de cierre al Parque de María Luisa. En su extremo Oeste se abre la zona más visitada por la chiquillería sevillana y conocida popularmente como plaza de las Palomas. Parejas jóvenes, y abuelos, pasean a sus tiernos retoños que corretean tras decenas de palomas para darles unos granos de trigo o, de todo hay, agarrarles por la cola aunque parece que éstas se saben todas las artimañas para comer, incluso de las manos, sin dejarse una pluma entre los dedos infantiles.
Me fascina ver las inocentes caritas cuando observan, sorprendidos, cómo huyen o levantan el vuelo esos pequeños seres alados a los que intentan acariciar; ellos pensarán "pero si mis papás y mis abuelos nunca se apartan si los abrazo"...
Es tan bonita la inocencia de nuestros niños, y tan valiosa, que para muchos de nosotros ese rincón de la Plaza de América es el más bello de Sevilla.
Va por ti, Víctor, el primer día que anduviste libre y comprendiste que también ellas eran libres.